Una empresa rusa especializada en criónica desde hace diez
años ha revelado cómo se preserva a baja temperatura a personas y animales con
la esperanza de reavivarlos en el futuro.
La criónica es la tecnología de congelación de personas que
acaban de fallecer y de preservación de sus cuerpos en nitrógeno líquido. Sus
adeptos esperan que en el futuro se desarrollen métodos que permitan reavivar a
los difuntos. KrioRus, una empresa rusa que trabaja en este campo, ha revelado
a la revista 'The Village' los detalles sobre las especificidades de su
negocio.
Los representantes de la clínica han contado que entre sus
clientes hay personas religiosas y ateas, y procedentes de países y culturas
muy diferentes. La mitad de los clientes padecen cáncer. Según ha explicado la
clínica, algunas de estas personas no están dispuestas a rendirse ni siquiera
cuando la medicina los desahucia. Para ellos, la criónica es su última
esperanza, ya que quizás dentro de cientos de años los puedan reavivar y curar.
En lo que se refiere a los precios, la preservación del
cerebro cuesta 12.000 dólares; cuerpo y cabeza, 36.000 dólares. Al mismo
tiempo, el precio de la conservación de un animal también varía entre 12.000 y
15.000 dólares, dado que requiere los mismos recursos que en el caso de los
humanos. Curiosamente, la clínica ha registrado que los clientes rusos suelen
conservar gatos, y los extranjeros, perros.
Asimismo, los representantes de la clínica han subrayado que
aunque lo más importante en este proceso es preservar el cerebro, muchas
personas insisten en preservar también su cuerpo, lo cual posiblemente no tenga
sentido en el futuro dado que actualmente ya hay empresas que trabajan en la
trasplantación del cerebro y la creación de órganos.
En cuanto al procedimiento, es bastante complejo. Lo primero
que se hace cuando muere una persona es bajar la temperatura del cuerpo a cero
grados. Si la muerte es esperada, se aconseja al cliente preparar bolsas de
hielo.
La siguiente etapa consiste en acceder quirúrgicamente al
sistema circulatorio a través de la carótida o la vena yugular. Luego, en las
venas y las arterias se introducen tubos para extraer la sangre y sustituirla
por una solución preparada previamente. La operación dura unas cuatro horas.
A continuación, el cuerpo se guarda en un 'duar', a menos
196 grados en nitrógeno líquido. Los científicos han determinado que esta
temperatura no permite que las moléculas entren en ningún tipo de reacción.
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