Hay distintas actitudes respecto a esto.
Están los que todo el tiempo están pidiendo por todo. Hay
agnósticos, ateos y hasta creyentes que jamás piden por nada. Los hay quienes
solo utilizan la oración para pedidos importantes, o los que nunca creen en
nada nada, hasta que se enferman o les pasa algo grave.
No importa en que grupo esté usted.
¿La oración es la clave para todo? Yo le contestaría que sí.
Pero no la oración que seguramente Usted esta pensando.
Pedimos. Dios que se cure la tía. Ayúdame con este examen.
Que el profesor me pregunte fácil. Que no me ponga nervioso. Que no me duela
tanto la espalda. Que gane más dinero.
No hay nada malo en pedir las cosas en las que quisiéramos
que nos vaya bien. Pero deténgase en esta pregunta:
¿Usted conoce todas las consecuencias que tiene un acto?
Pues si distraídamente contestó que sí, le enfatizo la
pregunta
¿Usted conoce TODAS las consecuencias que tiene un acto?
Si supiera que con cada respiración que da esta alterando el
universo para siempre. Imagínese los cambios que provocan actos más groseros.
Le doy un ejemplo:
Un muchacho pide que le vaya bien en su entrevista de
trabajo del día siguiente. Resulta que desoyó al despertador y se quedo
dormido.
Dos horas más tarde a lo previsto, se levanta en su cama
maldiciendo a Dios. Resulta que era el once de septiembre. Al prender el
televisor mira como la oficina donde tenía que ir se desploma por un atentado.
Incluso ante la peor de las desgracias debemos reconocer
nuestra ignorancia. No sabemos incluso, si un hijo que muere acaso no haya
pasado a mejor vida.
¿Entonces que hacemos? ¿No tenemos que pedir más?
Por supuesto que no. Lo que deberíamos hacer es extender el
sentido de la oración y comprender más ampliamente qué estamos haciendo cuando
pedimos, reconociendo siempre nuestra ignorancia respecto al valor último de
cualquier cosa que pidamos.
En primer lugar no deberíamos confundir la oración con una
súplica .
La oración es nuestro gran poder, sí. Pero no deberíamos
degradarlo a ninguna de las cuestiones que transitoriamente deseamos.
Restringir la oración al mero acto de reclamar implicaría
degradar su función, como pedirle a un violín que interprete la bocina de un
auto.
Desde un punto de vista profundo existe una única oración:
*Reconocer que no sabemos qué estamos pidiendo. Y que nos
ayude con eso que no sabemos qué es*
¿Cómo?
Puede ser así:
“Ayúdame porque aunque crea que hayan cosas que necesito, en
realidad no sé que quiero. Mi deseo es que salga todo como lo mejor posible y
todo salga beneficiado. No sé que estoy buscando, pero ayúdame a encontrarlo.”
Por su puesto que no hace falta repetir textual estas
mundanas frases pero le propongo enfáticamente que tenga presente que: más allá
que pida por lo que pida, mantenga una actitud flexible respecto al resultado
que pueda ocurrir. Por qué justamente no sabemos por qué sucede lo que sucede.
Y si lo pedimos, siempre será para mejor.
“El que necesita explicaciones necesitara mas explicaciones”
Prem Rwat.
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